El Castillo de Alcocer se encuentra en el despoblado del mismo nombre, situado entre Ateca y Terrer, en el paraje de La Mora Encantada, perteneciente al término municipal de Ateca, provincia de Zaragoza, junto a la antigua carretera N-II entre Ateca y Terrer, a 4 kilómetros de Ateca.
Se puede llegar a los restos del castillo de Alcocer por la carretera que va de Terrer a Ateca. Unos 2 ó 3 kilómetros aproximadamente después de dejar Terrer nos acercamos a un pinar. Un poco antes de internarnos en la zona de arboles, ya cerca de Ateca, muy pocos metros antes, sale a la derecha una pista sin señalización alguna que tras 1 kilómetro aproximadamente lleva a una zona donde hay una placa dedicada al Cid y a Alcocer. En ese punto hay indicaciones que, tras unos 100 metros a pié llevan a las ruinas del castillo.
El topónimo Alcocer, de origen árabe, designa un pequeño castillo formado por una torre rodeada de muros que encierra un pequeño espacio junto a ella. Según alguna teoría o hipótesis podría haber sido también una posada fortificada, aunque esta es menos probable.
Aunque Alcocer es muy conocido por las numerosas referencias en el Cantar del Mío Cid, su localización fue un misterio hasta hace muy poco tiempo. A parte del famoso Cantar, la referencia más antigua sobre Alcocer data del año 1382, cuando el obispo de Tarazona realizó un inventario de todos sus bienes de su diócesis, mencionando una acequia en Alcocer. También hay documentación de los siglos XVI y XVII que hacen referencia a la misma acequia, y que debe corresponder hoy día, sin duda, a la denominada La Losa. Durante mucho tiempo hubo controversia sobre la situación de Alcocer, pero las excavaciones realizadas en el paraje de la Mora Encantada, situado junto a la antigua carretera N-II entre Ateca y Terrer, a 4 kilómetros de Ateca dejaron al descubierto los restos de Alcocer, de origen musulmán.
En 1081, tras ser desterrado por primera vez por el rey castellano Alfonso VI, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, partió hacia el destierro con sus mesnadas, dirigiéndose al reino musulmán de Zaragoza. Al llegar a tierras de Jalón acampó cerca de la localidad de Ariza, siguiendo posteriormente el curso del río y pasando por poblaciones como Alhama o Bubierca, hasta llegar a Ateca. Cerca de esta población musulmana, entre Ateca y la actual Valtorres, decidió establecerse un tiempo y construir una fortificación en el margen derecho del Jalón, sobre la cima de un otero a orillas del río, para hostigar, intimidar, vigilar y ser visto expresamente por Alcocer y las poblaciones musulmanas situadas al otro lado del río, en el margen izquierdo del Jalón.
Al otro lado del río, al norte, a poco más de un kilómetro, se divisaba la población musulmana de Alcocer, tan nombrada en el Cantar, que estaba defendida por un pequeño castillejo que se limitaba a una torre construida en tapial rodeada de muros. Inmediatamente a su izquierda, se encontraba Ateca, defendida por su castillo, éste más poderoso. A la derecha se encontraba Terrer, también con su castillo musulmán defensivo, y un poco más allá, al nordeste, la poderosa Calatayud, defendida por varios hisn, siendo la segunda ciudad en importancia de toda el reino musulmán de Zaragoza, después de Saraqusta, la ciudad blanca.
En pocos días el Campeador levantó la fortificación o castillo, que serviría de base de operaciones, campamento base para las inmediatas correrías y conquistas del Campeador por tierras del Jalón, especialmente desde donde planearía la conquista de la mítica Alcocer.
No es difícil imaginar lo que sentirían los musulmanes de Ateca o Alcocer, al otro lado del río, que sin duda alguna contemplarían desde sus hogares la evolución de las obras de la fortificación que estaban levantando el Cid y sus hombres. Estaban acostumbrados desde siempre a algaradas de moros y cristianos, pero el hecho de ver un grupo de cristianos levantando una fortificación o castillo prácticamente frente a sus casas, los dejaría estupefactos, sorprendidos, temerosos, atónitos, sin dar crédito. Sería algo nuevo para ellos que no habrían visto jamás. Y nunca más verían nada igual.
Días después de la construcción del pequeño castillo, llegarían noticias a Rodrigo y sus hombres de que un ejército de un millar de hombres del reino musulmán de Valencia se dirigía hacia tierras del Jalón, para sacar tajada del reino de Zaragoza, ya que se les había dicho que se les entregaría Calatayud, o simplemente por el hecho de que un grupo de cristianos habían construido un castillo tan cerca de poblaciones musulmanas, cosa que no podían tolerar. Es raro que Calatayud no hiciera nada para impedirlo, dada su cercanía y lo poderosa que era. El caso es que Calatayud, a pesar de su desagrado, no haría nada para impedir el asentamiento de Rodrigo tan cerca de la ciudad. El Cid actuó rápido, decidió atacar y conquistar Alcocer con urgencia para tener aseguradas las dos orillas del río. La conquista de Alcocer fue rápida, y solo su alcaide se resistiría en un principio, hasta que entregó el castillo al Campeador.
Según se cuenta, Mio Cid prendió fuego a parte del campamento y fingió una huida aguas abajo del Jalón, pero cruzó el río y se plantó en Alcocer por sorpresa, conquistándolo sin apenas resistencia. De la siguiente manera menciona el Cantar la decisión de Rodrigo de como tomar Alcocer comentado de manera muy escueta: Cuando vio mío Cid que Alcocer no se entregaba, él hizo una estratagema, más no lo retrasaba, plantada deja una tienda, las otras se las llevaba, avanzó Jalón abajo con su enseña levantada.
El ejército valenciano se presentó un par de días después de la toma de Alcocer en el valle del Jalón. Calatayud les recibió con las puertas cerradas y centenares de hombres defendiendo sus murallas, por lo que decidieron ir contra el Cid y sus hombres. El ejército valenciano se apostó y plantearon la batalla en la llanura, justo en medio del valle, a medio camino de las posiciones cristianas de Torrecid y la recién conquistada Alcocer. Al estar posicionados en el centro del valle, los valencianos se dirigían a una muerte segura. Y así sería, los valencianos fueron acorralados, atrapados y masacrados entre los dos frentes cristianos.
Después de la conquista de Alcocer y de vencer a los valencianos, parte de los hombres del Campeador permanecerían en la pequeña villa durante unas semanas. El Cid permitió que los habitantes musulmanes de Alcocer siguieran viviendo en la villa con sus pertenencias si lo deseaban, y perdonó la vida a los que se le resistieron en un principio, que fueron pocos. Tras cobrar parias a las vecinas poblaciones musulmanas como Terrer o Ateca, y conquistar algunos castillos por el valle del Jalón, el Cid y sus mesnadas, al agotar los recursos de la zona deciden abandonar la vega del Jalón para entrar el servicio del rey musulmán Al-Mutamin de Zaragoza. Alcocer pasaría a manos musulmanas de nuevo, siendo vendido por el Campeador a sus pobladores moros, al igual que los demás castillos que conquistó en ese tiempo por esas tierras.
Los restos del castillo se limitan al basamento de sus muros, de 40 centímetros de altura, construidos de manera muy simple, de mampostería careada solamente por la cara exterior con barro como único mortero, sin cal ni yeso.
También hay restos de alguna habitación, de dos silos y de un torreón de planta semicircular levantado sobre la roca.
Alcocer parece ser que fue una villa poco habitada, pequeña, situada en un emplazamiento sobre la cima de un pequeño cerro al borde de un pequeño barranco. Se conserva un gran farallón moldeado de manera artificial, alrededor del cual se construyó un muro de tapial.
Prácticamente desaparecido.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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Fecha de última modificación: 14/06/2020
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