Castillo de origen árabe que albergó las tropas de Abderramán III en el año 935. En 118 ofreció fuerte resistencia a Alfonso el Batallador. María de Huerva fue también plaza estratégica durante la guerra de la Independencia, pues allí acamparon las tropas francesas.
El Castillo de Al-Marya se alza sobre un alargado y estrecho cerro a las afueras de la localidad de María de Huerva, dominando parte del valle bajo del Huerva, a apenas 15 kilómetros de la capital de la provincia de Zaragoza.
Se puede llegar a él bajando por la calle Aragón hasta una señal de stop, girar a la derecha y luego la primera a la izquierda. Después de unos 200 metros la carretera se convierte en un camino que lleva al río Huerva. Tras cruzarlo (ya se ve el castillo a lo lejos) se llega a las ruinas de la fortaleza andando por un camino unos 20 minutos.
Al-Marya es un topónimo de origen árabe que significa la atalaya. Sus orígenes se remontan a una población que los musulmanes construyeron a los pies del castillo en la margen derecha del río Huerva, conocida como el lugar viejo, donde parece que quedan algunos restos. Históricamente fue poblada por musulmanes, que permanecieron en la localidad aún después de su reconquista por el rey de Aragón Alfonso I el Batallador en 1118, hasta que Felipe III decretó la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII, quedando prácticamente despoblada desde entonces. A partir del siglo XVII se reorganizó la nueva población al otro lado del río, la que se conoce en la actualidad.
El castillo de Al-Marya, documentado por primera vez en el año 935, fue construido por los musulmanes en el siglo X en la margen derecha del río Huerva, y formó parte de las fortalezas defensivas del distrito de Zaragoza de la Marca Superior de al-Ándalus. Su posición privilegiada sobre un cerro, dominando y vigilando la vega del bajo Huerva, y la escasa distancia que la separaba de Saraqusta, la Zaragoza musulmana, la convirtió en plaza fortificada de vital importancia en cuanto a la defensa de la capital de la Marca.
La Zaragoza musulmana, como gran ciudad y capital de la Marca Superior de al-Ándalus que era, fue centro de gran poder y de continuas sublevaciones, y uno de los objetivos principales del gobierno central del califato de Córdoba para sofocar rebeliones.
Según las crónicas de Al-Udrí, en 935, tras la rebelión del walí o gobernador de Saraqusta, Muhammad ben Hassim Al-Tuyibí, el califa Abderramán III se dirige a Zaragoza en campaña para sofocar la sublevación. Nada más llegar a las inmediaciones de la poderosa Zaragoza se fortifica en Qadrit (Cadrete), una de las fortificaciones que manda construir en ese momento, base de operaciones desde donde dirigiría el hostigamiento y asedio de la Zaragoza rebelde. El vecino y cercano castillo de Al-Marya, que estaba en poder de Córdoba, albergó a parte de las tropas califales, contribuyendo de manera importante en el largo y prolongado asedio que sufrió Zaragoza hasta el 937. Tras los primeros cien días de asedio, Abderramán III decidió regresar a Córdoba, ordenando no interrumpir el sitio y dejando al mando de Qadrit (Cadrete) y Al-Marya (María de Huerva) a uno de sus hombre de confianza, Ahmad Ibn Ishaq Al-Qurasi. Poco tiempo después, por orden del califa, el visir Said Ibn Al-Mundir manda refuerzos a las plazas de Al-Marya, Qadrit y demás fortificaciones que participan en el sitio, con avituallamientos y abundantes víveres para sus hombres. Tras idas y venidas del califa desde Córdoba en los siguientes meses, mientras los rebeldes no dudan aliarse con los cristianos (quienes les prestarían apoyo logístico), el califa regresa a las cercanías de Zaragoza a finales del 936, dirigiendo personalmente el final del sitio o asedio desde Qadrit. Finalmente los rebeldes capitulan, exhaustos por el hambre, la falta de recursos y el largo, duro e ininterrumpido asedio de las poderosas tropas de Córdoba, y el califa entrara triunfal en la capital de la Marca el 23 de noviembre de 937.
En 951 la fortaleza Al-Mayra es dejada al mando al gobernador Tuyibí Yahya Ibn Hasim.
Ya en época de taifas, un siglo después (siglo XI), el castillo de María formaría parte del amplio sistema defensivo de la Zaragoza musulmana, concretamente de su acceso sur por el valle bajo del Huerva, junto con los vecinos castillos de Quart (Cuarte de Huerva), Qadrit (Cadretre) o Muwala (Muel).
La fortaleza de Al-Marya fue conquistada por el rey de Aragón Alfonso I el Batallador en el año 1118 durante del transcurso de su campaña de la reconquista de Zaragoza. En dicha empresa, el castillo de Al-Marya jugó un papel importante en la defensa musulmana, pues desde él se ofreció gran resistencia al ejército cristiano. El sitio o asedio de Zaragoza comenzó en mayo de ese mismo año, 1118. Los primeros en llegar a la ciudad fueron los francos, aliados de Aragón en la campaña, quienes bajaron desde el norte siguiendo el curso del río Gállego, conquistando la plaza musulmana de Zuera, cerca de Zaragoza. Llegaron a Zaragoza por el flanco norte, donde el Ebro proporcionaba defensa natural en esa parte de la ciudad. El rey Batallador y el ejército aragonés llegaron al cerco en el mes de junio. En los meses de asedio, el Batallador toma los barrios periféricos de la ciudad, la poderosa Aljafería, fortaleza situada al oeste extramuros de la ciudad, y otras fortalezas de su sistema defensivo exterior. Cuando la ciudad estaba a punto de rendirse, los almorávides pidieron auxilio. El emir almorávide Alí Ibn Yusuf organizó la campaña desde Córdoba para socorrer a los desesperados zaragozanos. El mando del ejército, formado por contingentes de los diferentes reinos de taifas, fue asignado a Abu-I-Tahir Tamim. Según una teoría, aunque sin confirmar plenamente, el ejército de Tamim llegó a Al-Marya (María de Huerva), que todavía estaba en poder de los musulmanes por el sur en el mes de diciembre de 1118. Hasta allí se desplazó el contingente cristiano del Batallador y, parece ser que desde su posición fortificada, los almorávides plantearon batalla ante el intento de asalto del Batallador. Tras un combate encarnizado la fortaleza de Al-Marya acabaría siendo tomada por Aragón, decidiendo el destino de Zaragoza. Según otra teoría, al llegar los almorávides a María de Huerva y ver la superioridad del ejercito cristiano, no plantarían batalla a los aragoneses, dejando a su suerte a la ciudad.
Sea como fuera, tras la conquista cristiana de la población y fortaleza de María, el rey de Aragón Alfonso I el Batallador concede carta puebla, ofreciendo repoblar la población a los cristianos que quisieran. Algunos musulmanes la abandonarían, aunque la mayoría se quedaría y permanecería en ella durante siglos, hasta la expulsión de los moriscos de principios del XVII.
En 1233, el rey aragonés Jaime I el Conquistador cedió María a Blasco de Aragón a cambio de Morella. Posteriormente pasaría a manos de diferentes tenentes, hasta que en 1428 fue adquirida por los Fernández de Heredia.
María de Huerva tuvo importancia en la guerra de la independencia contra los franceses.
Aún en estado de ruina, la fortaleza de María de Huerva es cautivadora, a medida que nos acercamos a ella puede sentirse su espíritu musulmán. Desde su privilegiada posición, su silueta, semejante a la de un navío, controla majestuosa y desafiante el valle que vigilará para siempre, el del bajo Huerva. Su planta es de forma irregular y oblonga, mucho más larga que ancha, de unos 70 metros de largo por entre 10 y 20 de ancho según las zonas.
El castillo de Al-Marya es el típico ejemplo de hisn o castillo levantado por los musulmanes con estricta finalidad defensiva o militar, presentando su tan común disposición: construido en tapial, de planta alargada e irregular, rodeado de fuertes murallas de duro tapial que se adaptan al terreno donde se asienta, levantado sobre un cerro de media altura al borde de un barranco o acantilado aprovechando sus defensas naturales, y con una gran torre situada en uno de los extremos del recinto. Semejante disposición presentan los también castillos de origen musulmán de la provincia de Zaragoza de Maluenda, Qadrit (Cadrete), El Mayor de Daroca, Alfajarín, La Palma en Sástago, Rueda de Jalón o la Plaza de Armas de Calatayud.
Se acedía al castillo por una abertura situada en su parte inferior, perforada en la roca, a través de un pasadizo con unas escaleras talladas en la roca.
En la parte superior del recinto, la que se encuentra a mayor altura y es también la más ancha, se encuentra la gran torre, no muy alta y situada al borde del barranco. Su planta es cuadrangular, y le falta sobretodo la parte que da a intramuros. Se conservan fragmentos que dan a la línea de muralla del recinto. No conserva el remate almenado, como casi ninguno de este tipo de castillos de origen musulmán de Zaragoza (con la excepción de Qadrit). Conserva un par de ventanas en su parte superior que harían de aspilleras, en el lado que se conserva en mejor estado.
La parte inferior del recinto es mucho más estrecha y de mayor longitud. Estaría rodeada por murallas de tapial, de la que se conservan algunos fragmentos. Probablemente estaría reforzada con torreones. Se pueden ver restos de un aljibe, aunque parece que debió haber varios, para abastecer a la población que se encontraba a sus pies.
En el extremo sur del castillo se observan restos de muralla transversal, que se construyó con función de facilitar la defensa del lugar donde se asentó la primitiva población de María, situada a los pies de la fortaleza.
Según las fuentes, el viejo poblado morisco fue uno de los más poblados de esta parte de la vega del Huerva, contando con más de 200 viviendas en el momento que fueron expulsados por el decreto de Felipe III a principios del siglo XVII. Se conservan algunos restos a los pies del castillo.
Se encuentra en ruinas.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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Fecha de última modificación: 26/08/2024
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