Aún pueden verse restos de muros que cercan un amplio perímetro en la parte alta de la población, así como torres angulares de los siglos XV al XVI. Documentado ya en 1015, fue construido por Guillem, por orden del obispo de Vic, en un territorio que los condes de Barcelona habían dado a la iglesia para su repoblación.
El Castillo de Calaf se asienta sobre una colina en la parte más alta de la localidad del mismo nombre, en la comarca del Anoia de la provincia de Barcelona.
A comienzos del siglo IX, un siglo después de la llegada de los musulmanes a la península Ibérica, y tras largos años de luchas y enfrentamientos, se constituyó la llamada Marca Hispánica, una zona fronteriza entre los musulmanes del emirato de Córdoba y los cristianos del reino franco. Las tierras catalanas pasaron a formar parte de este territorio de frontera, y organizadas por el imperio Carolingio en condados gobernados por condes.
Para garantizar su frontera meridional frente a los musulmanes, los condados catalanes construyeron entre los siglos IX y XI, y reaprovecharon otros musulmanes, una amplia red de castillos, atalayas y torres de defensa por toda la Marca, fortificando con más de cien castillos un territorio muy extenso que se extendía desde Barcelona hasta el Pallars, en tierras de Lérida. Así nacerían los castillos de frontera catalanes. La Marca quedó estabilizada durante tres siglos en torno al Llobregat, Cardener y la sierra del Montsec. A mediados del siglo XI, con la disgregación del Califato de Córdoba en los diferentes reinos de taifas, los condados catalanes pasaron a ser territorios de avanzada y conquistadores.
Los castillos de la Marca están emplazados casi siempre en lugares fuertemente estratégicos, sobre cerros que dominaban extensos territorios, controlando los caminos a las principales poblaciones, situados en medio de los valles que daban a las ciudades o pueblos, dominando las poblaciones o el curso de los ríos de la frontera. Contaban siempre con fortificaciones cercanas complementarias que se apoyaban entre sí, constituyendo un eficaz sistema defensivo del territorio en la Edad Media. Actualmente se conservan un gran numero de ellos, muchos en ruinas, otros muy transformados y otro muchos han desaparecido.
En el siglo XI, el condado de Manresa controlaba un extenso territorio que abarcaba Manresa hasta cerca de Lérida. La Marca Manresana llegaba hasta la comarca de la Segarra, en tierras de Lérida.
A finales del siglo X, en una de sus tantas aceifas contra territorios cristianos, el califa Almansur parte de al-Ándalus hasta tierras condales catalanas. En el año 985 rompería la línea defensiva cristiana de la Marca de Manresa, destruyendo diversas fortalezas del Condado de Manresa, entre ellas el de la Tossa de Montbui. Incluso llegaría a atacar y conseguir saquear la ciudad condal, Barcelona. Tras la terrible devastación de Almansur, tres decenios después, el Obispo de Osona, a petición del Conde Borrell, ofrece un territorio en primera línea de frontera con tierras de moros a Guillem de Mediona, para reforzar las defensas condales y repoblar la zona.
Calaf aparece por primera vez en la documentación histórica en 1015, con motivo de la construcción de una fortaleza en un cerro llamado Calaf. El castillo formó parte de la red de fortificaciones de frontera cristianas de la Marca Hispánica con territorios musulmanes del al-Ándalus, de la línea del Anoia, en la Marca de Manresa. Su función defensiva era compartida con fortalezas próximas condales como las de Castellfollit de Riubregòa o la torre de Valleferosa de Torà al noroeste, los castillos de Boixadors, Castellar y Puigdemàger al este, Els Prats de Rei (con el que tenía contacto visual), Rubió, Ardesa y la Tossa (este en posición más alejada) al sur, y al sureste con el castillo de Odena y el poderoso de Claramunt entre otros.
La fortaleza de Calaf fue una de las más importantes de la Marca Manresana, por su emplazamiento y fuertes defensas, pues se levantó en un punto estratégico desde donde controlaba el paso de dos importantes vías de comunicación: la vía que conectaba las tierras del este de Lérida y la Segarra con territorios centrales, y la que enlazaba, de norte a sur, las tierras del Solsonès y el Alt Urgell, con un ramal de la Vía Augusta.
A partir de 1038 el castillo estuvo en manos de la poderosa familia Cardona.
A finales del siglo XI surgió a los pies del castillo un núcleo de población protegido por una muralla que, con el tiempo, a medida que fue creciendo y desarrollándose, se convertiría en un considerable recinto fortificado en el siglo XVI, que contaba con varias puertas de acceso, de las cuales hoy todavía se conservan dos de ellas, el Portal de Xuriguera, y el del Hospital.
En 1462, durante la guerra de la Generalitat catalana contra Juan II de Aragón, el castillo participa en el conflicto, mencionado como muy fuerte y defensivo.
En los ochenta del siglo XVIII el castillo ya presentaba estado de ruina.
Es de planta poligonal. Presenta un torreón de planta circular en uno de sus extremos. Quedan notables restos de muros que cercan un amplio perímetro en la parte alta de la población. Se observan torres angulares de los siglos XV al XVI.
Se encuentra en buen estado de conservación. Tras largos años de abandono, fue objeto de una importante restauración entre 2008 y 2011.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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Fecha de última modificación: 26/08/2024
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