Castillo de Calvera


Castillo de Calvera

Castillo de Calvera


Código: HU-CAS-169
Comunidad: Aragón  |  Provincia: Huesca
Municipio: Belver de Cinca  |  Localidad: Belver de Cinca


Situación

Las ruinas del Castillo de Calvera se encuentran sobre un cerro a unos 360 metros sobre el nivel del mar, en el término municipal de Belver de Cinca, en la comarca del Bajo Cinca de la provincia de Huesca.

Se puede llegar a él por la A-1234 desde Albalate de Cinca en dirección a Esplús. Un poco antes del kilómetro 7, en el margen derecho, ya se ve el cerro donde se asentaba la fortaleza. En una curva a la izquierda justo antes del kilómetro 7, junto a la carretera, a ala derecha está el cerro donde se encuentran las ruinas, a las que se puede ascender por un sendero marcado en unos 5 ó 10 minutos andando.


Historia

El castillo de Calvera fue levantado en el siglo XI, y documentado por primera vez en 1092 como Kalavera, fecha en la que ya consta en poder de Pedro I de Aragón.

En 1133, el rey de Aragón Alfonso I Batallador, después de años de incansables e interrumpidas campañas reconquistando tierras a los musulmanes desde que empezó a reinar en 1104, dedicando gran parte de su vida a empresas militares, conquistando importantes plazas como Saraqusta (Zaragoza), la ciudad más importante del reino musulmán de Zaragoza, Calatayud (segunda en importancia y poder del reino moro), Daroca, Tudela o Tarazona, entre otras muchas, se embarcó en una de sus empresas más ambiciosas. Todo lo que había conquistado hasta ese momento no le era suficiente. Contaba con casi sesenta años, y estaba en la etapa final de su vida. Su objetivo no era nada mas y nada menos que llegar al mar, a la desembocadura del Ebro, Tortosa.

Para ello debía conquistar Mequinenza, plaza musulmana bien defendida. Aun así, no tenia sentido seguir hasta el mar si no se conquistaba la también cercana plaza musulmana de Fraga, una de las mejores defendidas del distrito de Larida (Lérida), ya que al estar situada a orillas del bajo cinca, cerca de la confluencia con el Ebro, si no se tomaba, los musulmanes podían interceptar las rutas de suministros o abastecimientos cristianos. Si la campaña tenía éxito sería un golpe maestro, y Lérida, separada y aislada del resto de al-Ándalus, caería también con facilidad en manos aragonesas. Además, consiguiendo sus objetivos, se aseguraba y quedaría estabilizada las frontera de Monzón y Barbastro, en Huesca.

Con Tortosa en sus manos, el Batallador se aseguraba salida al Mediterráneo, y podía servir de base para nuevas conquistas como el reino musulmán de Valencia o Baleares.

Es de suponer que el contingente de hombres de las tropas del Batallador debió ser considerable, dada la magnitud y los objetivos de la empresa.

Mequinenza contaba con un importante castillo sobre una colina al borde de un barranco, en una excelente situación estratégica dominando plenamente la confluencia del los ríos Segre y Ebro. Además de la gran fortaleza, contaba con fortificaciones menores en los alrededores que la complementaban defensivamente y servían para garantizar la seguridad de la población y el castillo.

A finales del año 1133, el Batallador penetró en territorio hostil desde los Monegros; había empezado el sitio de Mequinenza. Después de semanas de asedio, el rey aragonés propuso a la guarnición del castillo una rendición con garantías para los habitantes de la población y sus bienes, pero fue rechazada por los musulmanes. Durante las tres semanas siguientes el cerco continuó, y los cristianos aragoneses tomarían las defensas o fortificaciones exteriores menores de Mequinenza.

Finalmente, los musulmanes almorávides decidieron negociar una capitulación. El hambre y la falta de recursos les obligó a hacerlo. El Batallador entró en cólera y rechazó las negociaciones. No las aceptaría después de la negativa almorávide semanas antes de su propuesta de rendición. Fue entonces cuando decidió tomar al asalto el poderoso castillo de Mequinenza con todas sus tropas y con sus máquinas de asedio. La plaza sería arrasada y tomada por los aragoneses. El Batallador había conseguido uno de sus objetivos, Mequinenza ya era cristiana. A diferencia de sus otras conquistas por tierras aragonesas durante años, esta vez no sería benevolente. Tras tomar la fortaleza, mandó ejecutar a todos los supervivientes, quizás para infundir temor a las vecinas poblaciones musulmanas en caso de oponer resistencia en el futuro, o por el endurecimiento del carácter del rey después de tantos y tantos años en campaña contra los musulmanes. Este tipo de medidas y crueldad no eran habituales en él.

La campaña de Mequinenza había sido un éxito. Ya solo la musulmana Fraga se interponía entre el rey Batallador y su gran objetivo, Tortosa, la desembocadura del Ebro, el mar. Antes reconquistaría Nonaspe y Fayón en el Bajo Aragón, la Granja d'Éscarp en Lérida y la torre de los Moros en Serós.

Se acercaba el momento clave de la empresa, Fraga. Corría ya el año 1134, y la campaña resultó un fracaso total, un desastre. Después de semanas de asedio, el rey Batallador entró en combate con los almorávides en las afueras de Fraga, siendo emboscado por éstos. Las tropas cristianas fueron totalmente masacradas. El rey sobreviviría milagrosamente. Quizás el exceso de confianza o el entusiasmo del reciente éxito de Mequinenza y de casi todas las campañas en las que se embarcó hizo que se precipitara e infravalorara al enemigo. Fue totalmente vencido. Su sueño de llegar al mar se había esfumado para siempre. Años más tarde los catalanes tomarían Tortosa.

Tras la desastrosa derrota de Aragón ante el intento de tomar la Fraga musulmana, el rey Batallador, abatido, desolado y exhausto, con los supervivientes del ejército aragonés, pasaron una jornada en el cercano castillo de Calvera.

Poco tiempo después del desastre de Fraga, el rey Batallado fallecería ese mismo año, 1134, cerca de Sariñena. Un cronista árabe le dedicó estas palabras después de muerto: Ningún rey cristiano como Ibn Radmir, como le llamaban los moros, tuvo más valor que él, ni más energía para combatir incesantemente a los musulmanes. Dormía con su coraza puesta y sin colchón. Cuando una vez le preguntaron por qué no se acostaba con las hijas de los jefes musulmanes vencidos, respondió: un verdadero soldado solo debe vivir entre hombres, y no con las mujeres.

El castillo de Calvera, por su proximidad a Fraga, debió ser una fortaleza de frontera entre tierras de la Corona de Aragón y territorios musulmanes.


Descripción

Fue una fortaleza de grandes dimensiones, de primer orden, observando el cerro donde se asentó, redondeado con ejes de casi cien metros.

Subsisten sillares de forma continua en el extremo oeste de la fortaleza, al nivel del terreno, de considerable tamaño, unos 80 a 90 centímetros de largo, y de 40 a 45 centímetros de lados, ceñidos al borde y en linea con la pendiente. En el extremo sur también se pueden ver sillares, en este caso más pequeños. Aparte de esto algunos sillares sueltos por el terreno y nada más.


Estado de conservación

Actualmente se encuentra casi desaparecido, solo quedan vestigios.


Protección

Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.


Alrededores

Más información sobre Castillo de Calvera en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la localidad de Belver de Cinca en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre el municipio de Belver de Cinca en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la provincia de Huesca en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la comunidad de Aragón en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).

Fuentes y otras webs de interés


Fortificaciones próximas


CastillosNet agradece la colaboración de Luis Puey Vílchez

Fecha de última modificación: 26/08/2024





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