La alcazaba islámica de Cieza se encuentra en el municipio del mismo nombre, provincia de Murcia, en la parte más alta de un cerro desde el que domina visualmente la medina y controla el valle del Alto Segura, que se extiende por debajo.
Cieza estuvo habitada por el pueblo íbero (yacimiento de Bolvax), por romanos y visigodos y por árabes, que dejaron el conjunto arqueológico de Medina Siyasa, despoblado de los siglos XI-XIII, situado al pie de El Castillo de la Atalaya, que corona un monte cerca de Cieza. Se han encontrado en la zona excavada abundantes elementos de decoración arquitectónica, como los arcos y pórticos tallados en yeso, así como cerámicas, vidrios, metales, etc. que se conservan en el Museo de Medina Siyasa.
En 1272 el rey Alfonso X El Sabio tenía un gran interés en repoblar las tierras abandonadas. Se realizó esto en el llano, por la inadecuada situación del poblado situado en el cerro del castillo, para atender los cultivos de la huerta. Las casas diseminadas por la huerta y abandonadas por los musulmanes debieron ser suficientes para acoger la escasa población recién llegada. Los emigrantes eran especialmente de Castilla, Aragón y Cataluña. Alfonso X El Sabio concedió en ese mismo año a los miembros del concejo ciezano, franqueza en el tributo, conocedor de la importancia estratégica de la villa en la cabecera del valle de Ricote.
En 1281 el mismo rey entregó a Pedro Núñez, maestre de la orden de Santiago, la villa y castillos con todos sus términos, a cambio de la villa y castillo de Abaniella (Abanilla).
La reutilización cristiana del castillo esta documentada también por el hallazgo de una moneda de Alfonso X el Sabio, tres de Fernando IV y una, dudosa, de Enrique II.
A partir de entonces surge una potente encomienda a la que en 1403 se le concede la creación de una dehesa para pasto, cortar leña y coger grano. Es en esta época cuando se determinan las fronteras de Cieza, pues anteriormente existían problemas de límites con el concejo de Mula, origen de numerosas discordias.
En 1422 Cieza sufrió los ataques de los musulmanes de Granada, destruyendo casi en su totalidad a la villa. En este ataque fue cautivado gran número de mujeres y niños. Estos fueron encerrados en Granada en las mazmorras que existen entre las torres Bermeja y la de Los Mártires, junto a la loma que baja al campo del Príncipe. Desde entonces aquellas mazmorras se llamaron El Corral de Cieza . Parte de los cautivos fueron rescatados posteriormente, volviendo estos a sus haciendas.
En 1457 Enrique IV, atemorizado por el enorme poder de la orden de Santiago, ordenó la completa destrucción del castillo, símbolo del poder que esta orden ostentaba.
El rey de Granada, conocedor de la seguridad y confianza en la que se encontraban los vecinos de Cieza por la protección de las ciudades de Lorca y Segura de la Sierra, penetra en Murcia por Caravaca, atacando Cieza la mañana del Domingo de Resurrección, 7 de Abril de 1477.
Los contingentes con los que efectuó el ataque eran de 30.000 peones y 4.000 a caballo, entrando en la ciudad por el puente que cruzaba el Thader (Segura).
Este hecho Histórico esta repleto de relatos milagreros y leyendas como el de una mujer muda, que viendo a los moros que atacaban, echó a correr hacia la pequeña Ermita de San Bartolomé, y ante el estupor de los allí reunidos gritó moros vienen.
Los ciezanos que esperaron en el puente a los musulmanes, fueron todos aniquilados. De ahí la leyenda del escudo de Cieza: POR PASAR LA PUENTE NOS DIERON LA MUERTE.
Esta hazaña heroica no evitó que Abul Hacen quemara la villa, haciendo numerosos prisioneros y matando a más de ochenta de los ciento cuarenta habitantes con los que contaba la villa.
El territorio quedó prácticamente despoblado, no obstante los supervivientes reedificaron inmediatamente (1491) la ciudad, con defensas y torres. (Excavaciones en el casco urbano de Cieza, concretamente en la calle Fortaleza, descubrieron esta fortaleza. Era de planta cuadrangular, provista de cuatro torreones, sus cimientos alcanzaban dos metros de altura)
Los años que transcurrieron tras el ataque de los musulmanes de Granada fueron muy desdichados para los ciezanos. Los pocos que sobrevivieron se dedicaron a la ayuda de los caballeros. Cieza era como un guiñapo miserable, sujeta al duro yugo del vasallaje de la Orden de Santiago, que la ofrecían en usufructo a tal o cual caballero, para que la tratasen como tierra de provisión de sus explotaciones inmoderadas.
Cieza no tenía voto en las Cortes, pues hablaba Murcia en su nombre. Estaba sujeta al justiciato de Caravaca. El cabildo no era ciertamente representación genuina de los vecinos, pues el Alcaide y Alférez eran nombrados por el capítulo de la orden de Santiago. El Almotacén lo elegía Murcia, y el Corregidor Caravaca, siendo en esta ciudad donde se resolvían las cuestiones de justicia que excediesen de 10.000 maraverises.
Puede afirmarse que Cieza al comenzar el reinado de los Reyes Católicos, se hallaba oprimida con desmedida ambición por puntos diferentes.
Los Reyes Católicos dedicaron su actividad a la unificación del territorio nacional asentando sobre sólidas bases la monarquía Española concediendo, en principio, franquicias y privilegios a los pueblos, otorgando exenciones y liberando tributos. Pero Cieza continuaba estacionada puesto que como guiñapo de explotación de la orden de Santiago, no podía gozar de aquellos bienes y privilegios. No obstante los Reyes Católicos consiguieron con mercedes y en otros casos con amenazas, que las órdenes militares se incorporen a la corona.
El veinte de marzo de 1494 fue incorporada la villa de Cieza a la corona, entrando de lleno entonces en una era de paz y progreso.
El estudio de su estructura, sin una previa excavación científica, resulta actualmente difícil, debido a la superposición y reutilización de estructuras bajomedievales. Es el interior de la fortaleza pueden distinguirse dos recintos principales.
El recinto superior se encuentra en la parte noreste, y conserva una torre cuadrada flanqueada por dos gruesos lienzos de muralla que forman ángulo recto y delimitan parcialmente este recinto. La torre, construida a base de sólido tapial, tenía originalmente su base macizada para otorgarle solidez. Por encima de la solera, se levantaban al menos dos plantas superpuestas, teniendo la superior un suelo de madera. La planta inferior tiene una estrecha saetera, mientras que la segunda tenía al menos tres grandes ventanales que hoy se conservan solamente en su parte inferior. Por semejanzas con ejemplos posteriores mejor conocidos suponemos que la torre se debía cubrir con un tejado para librar de las inclemencias meteorológicas al cuerpo de guardia.
El recinto inferior, posible albacara, es mucho más amplio que el anterior. Sus defensas de mampostería se adaptan al terreno siguiendo todas sus irregularidades. Los sectores más vulnerables aparecen fortificados mientras que los escarpes rocosos son utilizados como defensas naturales, prescindiéndose en estos casos de toda construcción en el frente noroeste donde apenas existe construcción alguna, dado que es aquí donde mejores defensas naturales existen. Por el contrario, es el costado sureste el que representa las construcciones defensivas de mayor importancia. En el interior de la albacara y adosado a la muralla existe un amplio aljibe de tapial subdividido en tres sectores. Igualmente adosado al muro del recinto, pero proyectándose hacia la zona meridional de la medina, existe otro torreón de planta cuadrangular del que tan sólo se conserva su planta.
La muralla
A partir de la alcazaba y en dirección sureste desciende un lienzo de muralla, que rodea por este flanco la medina. En su primer tramo el muro dibuja varios quiebros debido a las irregularidades del terreno, siendo aquí donde se sitúa un pequeño torreón de planta circular. Bajando a partir de aquí, ya por una pendiente más suave, la muralla regulariza su trazado, levemente sinuoso, jalonado por tres torreones de planta cuadrangular.
Al llegar a este último torreón, la muralla quebrará en ángulo recto hacia el este, constituyendo el frente meridional del poblado con una forma convexa, apreciándose los restos de al menos dos torreones más. Desde el punto anterior la muralla se dirige, bordeando la pequeña meseta que se encuentra en esta zona, hacia la vaguada donde se debía de encontrar la puerta principal de la ciudad. En este lugar no es posible estructura defensiva alguna debido a los arrastres de tierra de la vaguada y a las labores agrícolas aquí desarrolladas.
La existencia en este lugar de la puerta principal de la ciudad se confirma por el dibujo efectuado en el siglo XVIII por Fray Pascual Salmerón, que hoy se conserva en la colección de don Antonio González Moreno de Cieza. Los mencionados aterrazamientos agrícolas parecen estar reaprovechando los muros antiguos. Estos configurarían el camino de acceso a la ciudad de forma serpenteante. Así se suavizaría la gran pendiente que se encuentra en esta zona y se evitaría, también, un ataque frontal a una de las partes más débiles de cualquier amurallamiento.
Al otro lado de la vaguada se encuentra un pequeño cabezo que se utilizó como cementerio y que, extraordinariamente, se encuentra inserto en la zona amurallada. Ello se debe a la importancia del lugar donde se asienta dentro de las estructuras defensivas de este flanco de la ciudad. En la ladera oriental del cementerio perdemos el rastro de la muralla. Ello puede estar debido a que la gran pendiente del terreno ha favorecido su destrucción u ocultación por los arrastres de tierra.
El tramo norte de la muralla desciende la ladera del cerro, rodeando el barrio septentrional de Siyâsa, desde la base de la pared rocosa que se encuentra bajo el castillo. Primero de forma recta y más adelante curvándose hacia el este. Su factura es distinta de la del resto de la muralla, pues aunque posee dos torreones de base cuadrangular realizados como los anteriores con una mampostería de piedra y yeso, la construcción de la propia muralla tiene un aspecto megalítico que nos hace sospechar un reaprovechamiento de una estructura defensiva anterior.
Es interesante mencionar la existencia de un lienzo de muralla que se desarrolla en el interior de la medina, durante unos 150 metros, desde la base de la alcazaba hacia el este. Se interpreta como un resto residual de un momento de fortificación anterior al de máximo desarrollo de la medina.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Más información sobre Castillo de la Atalaya en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
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Más información sobre el municipio de Cieza en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
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Más información sobre la comunidad de Región de Murcia en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
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Fecha de última modificación: 12/11/2023
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