El monasterio de Buenafuente del Sistal se encuentra en las proximidades de la localidad del mismo nombre, en el término municipal de Olmeda de Cobeta, provincia de Guadalajara. El camino más directo para llegar a él es por la autovía de Aragón (N-II), desviándose a la altura de Alcolea del Pinar, en dirección a Luzaga y Riba de Saelices, cogiendo la carretera local de Alcolea a Villar de Cobeta. Cuidado y no despistarse, pues la salida de la autovía está mal indicada. 24 kilómetros después, sin dejar esa carretera, y tras atravesar densos pinares, cañones rocosos, el lindo valle del río Salado, y los sabinares de Huertahernando, se llega a este ilustre y antiquísimo monasterio cisterciense, vivo hoy, y ocupado por una activa comunidad de monjas bernardas desde el siglo XII.
El de Buenafuente es el único monasterio cisterciense que queda en uso en la provincia de Guadalajara. Fue fundado en la Edad Media por los canónigos regulares de San Agustín. Muy poco después de que la zona fuera reconquistada, concretamente en la cuarta decena del siglo XII, el rey castellano Alfonso VII puso sus miras en la raya del Tajo, y para asegurarla no sólo dispuso castillos, sino también monasterios. Así, hombres mitad canónigos, mitad guerreros, recibieron terrenos en diversos lugares de la orilla derecha del río Tajo, y allí pusieron pequeños puestos de vigilancia y oración, de los que sólo el de Buenafuente llegaría a convertir en un auténtico monasterio. Los otros eplazameintos, Alcallech, Grudes y el Campillo, nunca pasaron de pequeñas casas con huerta.
Aunque según algunos, el monasterio de Buenafuente fue fundado en 1126, el primer documento conservado data del año 1176, cuando el señor de Molina, Pedro de Lara, les donó las salinas de Anquela. Por entonces desde el monastero se regentaba la heredad del Campillo, cerca de Zaorejas, y alfonso VIII le había concedido tierras suficientes para que dos pares de bueyes las labraran allí donde se juntan el río de molina, y el Tajo (lo que hoy conocemos como Puente de san Pedro).
En 1226, en señor de Molina y su esposa, don Gonzalo Pérez de Lara y doña Sancha Gómez, cedieron al monasterio un terreno entre Anquela y Selas. En 1234 lo compró el arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, y a partir de ese momento se sucedieron rápidos cambios que lo pusieron en manos del Císter. En 1234 pasó a manos del Cabildo de la catedral toledana. En 1242, el mismo arzobispo lo cedió a doña Berenguela, hija de Alfonso VIII y madre de Fernando III, con la condición de que pusiera allí un monasterio de monjas de la advocación de la Santísima Virgen. Doña Berenguela se lo cedió a su hijo don Alonso, señor de Molina, por haberse casado (tras la concordia de Zafra) con doña Mafalda, hija del Conde don Gonzalo Pérez de Lara. El infante don Alfonso lo vendió al año siguiente a su suegra doña Sancha Gómez por 4.000 maravedís alfonsíes, con la condición de poner en él un monasterio de Orden de Cistel. Después de algunas lentas gestiones de los abades cistercienses de Pontiniaco, Ovila y Monsalud ante el obispo de Sigüenza, al que todavía quedaba el lugar sometido a jurisdicción, en 1246 doña Sancha Gómez cedió al abad de Santa María de Huerta aquel enclave para que en él se hiciera, real y definitivamente, la fundación de un monasterio de monjas del Císter. Fueron traídas entonces religiosas de Casbas, en tierra de Huesca, y en muy pocos años se levantó, creció, y floreció para siempre este cenobio, con la ayuda de los condes de Molina, los obispos de Sigüenza y los abades de Huerta.
Desde un primer momento Buenafuente se fue enriqueciendo con donaciones de territorios, privilegios, casas y dineros, como por ejemplo la heredad de Alcallech, cerca de Aragoncillo, el Campillo de Zaorejas, la Huertaquemada, la heredad de Beteta, la zona de Alpetea en Villar de Cobeta, etc. En 1293 recibió las villas de Cobeta, el Villar y la Olmeda. En 1296 la heredad completa de Esplegarejos, y así durante los siglos XIII y XIV van aumentando de forma muy notable sus propiedades y riquezas, surgiendo al mismo tiempo, en derredor del formidable monasterio de firme piedra y contundentes líneas románicas, todo un poblado en el que viven, a su sombra, los servidores y aparceros del mismo.
A mediados del siglo XV, y como reflejo de un cisma en el monasterio de Santa María de Huerta entre los monjes que lo formaban, hubieron de salir las dueñas de Buenafuente de su casa. En 1427, el abad de Huerta les mandó que fueran a la humilde y estrecha casa de Alcallech, junto a Aragoncillo, mientras Buenafuente era ocupado por algunos de los frailes de Huerta. En 1455, normalizado el conflicto en el cenobio soriano, la nueva abadesa doña Endrequina Gómez de Mendoza inició el traslado de sus monjas a Buenafuente, lo que le fue impedido por los frailes que aún quedaban allí y se resistían a abandonarlo. Tras largas y duras negociaciones, con el apoyo del obispo seguntino, y por letras ejecutorias de Roma, en 1480 consiguieron las monjas ocupar de nuevo, en la paz secular, su hogar perdido.
A comienzos del XIX, durante la guerra de la Independencia, las tropas napoleónicas recorieron los pueblos destrozando cuanto encontraban, y las monjas huyeron y se refugiaron en unas cuevas cercanas, en la bajada hacia el Tajo. Mientras tanto, en cuatro meses solamente, los franceses allanaron templo y monasterio, destrozando bastantes de sus cosas. En 1835, la Desamortización de Mendizábal supuso la pérdida completa de sus bienes: tierras, casas, juros y derechos. Solo les quedó al edificio y sus pertenencias personales. Poco más necesitaban para seguir ejerciendo su secular misión religiosa. El último de los milagros ocurrido en Buenafuente tuvo lugar en 1971, en ocasión de la grave crisis que supuso la casi despoblación del monasterio (pocas y muy mayores, las monjas solo vieron por salida vender todo aquello y marchar a integrarse en otro monasterio). La llegada de un capellán con ideas y decisión (Ángel Moreno) y los favores recibidos desde fuera, relanzaron a Buenafuente, que adquirió y hoy mantiene una llama de espiritualidad que justifica su permanencia, tras tantos siglos, en aquella remota y silenciosa altura de los sabinares molineses.
El monasterio de Buenafuente del Sistal constituye un pequeño pueblo formado por un magnífico templo, las dependencias monacales, y un conjunto de edificios y construcciones, una nuevas y otras restauradas, como las casas de recogida de ancianos, de ejercicios, de juventudes, y otros usos que sirven para dar vida a aquel poblado con una articulación de servicio a la comunidad.
Lo más interesante del conjunto, el templo monasterial, que fue en su origen una pequeña ermita que recogía en su seno a la fuente milagrosa (la Buenafuente) de uso muy anterior, y de culto quizás pre cristiano. Esta ermita se situaba junto al terraplén que hoy limita al monasterio por el norte, tenía una puerta al norte y su cabecera o presbiterio estaba hacia mediodía. Fue a partir de mediados del siglo XIII, cuando llegaron las monjas del Císter, cuando se alzó el definitivo y grandioso templo.
El templo es de planta rectangular, alargada de levante hacia poniente, de una sola nave, como corresponde a un templo monasterial femenino, en el que nunca había más de un oficiante, y por lo tanto no necesitaba más de un altar. Por eso su ábside es único, y además ofrece la curiosidad de ser de planta cuadrada, decorado en su muro exterior por un ventanal estrecho escoltado de columnas, capiteles y arcos semicirculares, y un óculo circular en lo alto. La nave consta de cuatro tramos y el presbiterio. El nivel del templo varía según los tramos, siendo más elevado en los pies (correspondiente a la primitiva ermita) y en la cabecera, donde el presbiterio se alza levemente. La bóveda de esta iglesia, de un marcado acento medieval y románico, es de cañón, ligeramente apuntada, y se ve reforzada por arcos fajones en su parte de la cabecera, que apoyan sobre amplias ménsulas decoradas a base de molduras y elementos vegetales incisos. En los pies, los dos tramos se separan también por arcos fajones, pero en este caso apoyando en pilastras adosadas al muro, rematadas por capiteles anchos y grandes, decorados de temas vegetales simples.
En esta iglesia de Buenafuente destacan algunos elementos de interés. Por ejemplo, el hecho de que la fuente que da nombre al monasterio sigue manando, y lo hace en el interior del templo, en un hueco al que da cobijo el muro de poniente. Existen tres grandes retablos, todos ellos de época barroca: el mayor, presidido por la Virgen titular, iluminado por el óculo o ventanal del ábside, y dos laterales, dedicados a San Bernardo y otros santos cistercienses, con un magnífico escudo heráldico de la monarquía castellano-leonesa.
Al exterior, la iglesia tiene un aspecto fortificado. El ingreso se hace por su cara norte, pues la del sur está adosada al monasterio y clausura. La puerta principal actual es moderna, quizás del siglo XVI, y es muy sencilla, con arco semicircular moldurado apoyado en pilastras. La primitiva puerta de ingreso, que quizás lo fueses también de la inicial ermita, se abre en el primer tramo de la nave, a los pies de la misma. Es una soberbia pieza de estilo románico con influencias netas de la región languedociana. Se incluye en el grueso muro, y forma un bloque en el que aparece, en el remate, una serie de arcos sobre canecillos, al estilo lombardo, tema que se repite por toda la cornisa del templo, incluso en su costado meridional. La portada se remata por cornisa apoyada en canecillos de decoración sencilla geométrica, y se escolta de sendos pares de columnas con capiteles de decoración incisa. Es de arco semicircular, adovelado, que descansa en jambas rematadas en capiteles de base rectangular ornados por elementos vegetales incisos. A su vez el arco se recubre de tres arquivoltas baquetonadas que apoyan sobre columnas y capiteles de tema vegetal.
Otra portada, de similares características, aunque mejor conservada por haber estado siempre a cubierto de la intemperie, aparece sobre el muro sur, permitiendo el paso desde el claustro monasterial (que se adosa al costado sur del templo). Consta asimismo de arco de medio punto, adovelado, y tiene tres arquivoltas, otras tantas columnas a cada lado con sus correspondientes capiteles, y remata con un recercado de bolas, y cornisa apoyada en canecillos.
Se encuentra en buen estado, aunque muy transformado.
El propiedad de la Iglesia Católica, y se usa como lugar para la realización de ejercicios espirituales.
Restaurado con cuidado y buen gusto, puede visitarse a diario su entorno y la iglesia románica, pidiendo la llaves o alguien que acompañe en la Casa de Ejercicios, que está en el mismo edificio del monasterio. Además, se puede quedar el viajero a comer, ó a pasar algún día de descanso y retiro del mundo. Para éllo, es imprescindible llamar antes y exponer su deseo en el teléfono 911 835 032.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Más información sobre Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la localidad de Buenafuente del Sistal (La) en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre el municipio de Olmeda de Cobeta en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la provincia de Guadalajara en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la comunidad de Castilla - La Mancha en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
CastillosNet agradece la colaboración de Eduardo Argote Fraile, Miguel Ángel Cebrián Martínez y Vicente Rodrigo Lozano
Fecha de última modificación: 14/06/2020
La información de este sitio web ha sido recopilada de diversas fuentes. Es posible que no esté actualizada, sea incompleta o contenga errores. El usuario es el único responsable del uso que realice de ella. Si encuentra algún error, tiene información adicional, es autor de fotografías, artículos, etc. sobre este tema, puede colaborar contactando por correo electrónico.