La Torre del Pedregal se levanta a 982 metros de altitud sobre el cerro de Los Pedregales, a unos 4 kilómetros al oeste de la alcazaba de Alcalá la Real, en el término municipal de Alcalá la Real, en la comarca de Sierra Sur de la provincia de Jaén. Puede verse a la izquierda de la carretera que conduce a Almedinilla.
Uno de los motivos que figuran en el escudo de Alcalá la Real, la llave, es una clara referencia al papel que la fabulosa elevación de La Mota ha conferido a Alcalá la Real. El valor estratégico de ser puerta entre el valle del Guadalquivir y la vega granadina ha sido aprovechado desde tiempos remotos. Los primeros vestigios de la presencia humana datan del Neolítico, en el III milenio a.C.. De la época romana hay también restos como los hallados en La Tejuela, de donde destaca sobremanera una estatua de Hércules, expuesta en el Museo Arqueológico Nacional.
Durante la época islámica las ventajas de este enclave fueron aprovechadas al máximo, convirtiéndose Alcalá la Real en una importante ciudad fortificada de al-Ándalus. En el siglo VII la ciudad fue fortificada, y en el siglo XI alcanzó su máximo esplendor bajo la autoridad de la familia Banu Said. Varias veces cambió de nombre, según el grupo étnico que la gobernaba, pero siempre estaba precedido por la voz árabe Qal'at, que designa a una población fortificada. Los dos primeros nombres con los que aparece citada en las fuentes son Qal`at Astalir y Qal`at Yahsub, y el último Qal`at Banu Said, clan impulsor de la cultura alcalaína y del que destacaron varios miembros en la literatura y la política. Además de esta fortaleza, la estructura defensiva se completaba con un gran número de atalayas, de las que se conservan unas quince.
Desde su primera ocupación por Alfonso VIII en 1213, las luchas entre granadinos y castellanos se sucedieron por el dominio de esta plaza. Fernando III y por Alfonso X la conquistaron, pero en ambas ocasiones volvió a ser perdida. La toma definitiva en el año 1340 por Alfonso XI, dejó a éste en puertas del Reino de Granada, y siglo y medio después los Reyes Católicos partieron de aquí para la conquista de la capital nazarí. El castillo de la fortaleza fue reconstruido en el siglo XVI.
Por todo ello no es de extrañar que el lugar se convirtiera en un importante baluarte cristiano, tanto que tras la conquista se fundó una Abadía de Patronato Real, con singulares privilegios. La ciudad gozaba de estatuto especial, y sus vecinos contaban con cartas y fueros con privilegios y exenciones de tributos. El deseo expreso del monarca hizo que la por entonces Alcalá de Benzayde cambiase de nombre por última vez y se llamara Alcalá la Real.
Los principios políticos, sociales e ideológicos de la cristianización no sólo transformaron el nombre, sino también la fisonomía de la ciudad, tanto sus espacios como sus edificios. Se ampliaron las estructuras defensivas y se erigió en el arrabal viejo la iglesia de Santo Domingo de Silos, patrono de la ciudad. Al mismo tiempo comenzó la construcción, sobre los cimientos de la antigua medina, del principal símbolo político y religioso de la nueva ciudad cristiana, la Abadía.
Tras la conquista de Granada en el año 1492 la ciudad entró en una etapa de apogeo y esplendor. El rápido aumento de la población hizo que las casas desbordaran los límites de la ciudadela y la ciudad se expandiera faldas abajo de la Mota, así como por las laderas del monte de las Cruces y el monte el Llanillo, en un proceso que continuó durante los siglos siguientes hasta el abandono total del monte.
La torre del Pedregal es una torre atalaya de origen árabe que formaba parte, junto con la de Fuente Álamo, del sistema de comunicación entre la alcazaba de Alcalá la Real y las plazas fuertes e Luque y Zuheros (limítrofes con la posición cristiana de Baena), y las de Espejo y Córdoba, algo más alejadas.
La torre es cilíndrica, de 5,05 metros de diámetro y 10,50 metros de altura, y se levanta sobre una plataforma de nivelación de mampostería, con zarpa aparente. El acceso al interior de la torre da al suroeste, y se encuentra a unos 6 metros de altura, estando formado por un arco de lajas. El interior estaba cubierto por una bóveda de mampostería, hoy hundida, de la que se conservan los arranques. Posee dos troneras orientadas al norte y al este-sureste. Conserva casi todo el peto de la terraza y, posiblemente, le queden restos del pavimento de la misma sobre el trasdosado de nivel de la bóveda.
Está construida con sillarejos de tamaño mediano fijados con mortero muy rico en cal y formando hiladas regulares de mayor altura en la base y de menor en la parte alta. El paramento exterior conserva el rejuntado en la mitad este, apreciándose en él los agujeros de los mechinales para los andamios.
Su estado de conservación no es muy bueno, pues se encuentra abandonada y con vegetación.
En la base hay un agujero que da al este, el parapeto de la terraza está roto por el lado sureste, y tiene desperfectos en las jambas y el umbral del hueco de acceso, así como en la tronera que da al este-sureste.
Además, hay dos encinas que han arraigado en las paredes de la torre, hacia la mitad de su altura, que a la larga terminarán por deteriorarla aún más.
Inscrita en el Registro General de BIC desde el 22 de junio de 1993.
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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Fecha de última modificación: 26/08/2024
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